Junior es uno de esos personajes que se cree
mierda y no llega siquiera a pedo. Acostumbrado a que le rían las gracias y
nadie le tosa, tanto en su faceta de docente universitario (compadezco a sus
alumnos) como de líder político, cuando se ve enfrentado a una situación que le
supera –es decir, en cuanto sale de esa zona de confort-, su carencias
intelectuales quedan en evidencia. En la pasada quincena hemos tenido dos
ejemplos palmarios. Uno de ellos es únicamente de consumo interno, pero el otro
podría haber tenido consecuencias internacionales.
El
primero se refiere a sus declaraciones en relación con la situación del paro en
España. Para empezar, confundió los datos del paro con los números de la EPA;
luego, siguiendo la máxima tan marxista de no permitir que la realidad le
estropee un buen titular, mintió sobre la evolución de la afiliación a la
Seguridad Social.
El segundo
caso no es tan grave como melodramáticamente he dado a entender; sobre todo si,
como parece, al final la cosa (ya
explicaré de qué cosa hablo) no salió de España. Resulta que en la visita
relámpago que Barack Obama hizo a España, dedicó apenas cinco minutos a cada
uno de los tres (principales) líderes de la oposición. El neocom, fiel a su costumbre de ser el centro de atención allá donde
va, le regaló al mulato americano un libro sobre la Brigada Lincoln en el que
había escrito una dedicatoria en inglés… con faltas de ortografía. Según algunos, el marido de Michelle Obama se dejó olvidado el libro, así que parece que al otro lado del Atlántico no sabrán qué clase de personajes aspiran a dirigir el país (y no, no me refiero al periódico).
Si es
que, de donde no hay, no se puede sacar…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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