En
el caso del PSOE, el poder –la tenencia o la posibilidad de alcanzarlo- es el
único aglutinante que mantiene unida la formación. Cuando esa ligazón
desaparece, salen a relucir las navajas traperas y no queda títere con cabeza.
Los neocom, a pesar de ser un partido de más
reciente creación, adolecen de los mismos defectos. Mientras estaban en la
cresta de la ola, y la ola crecía y crecía, todo eran risas y abrazos. Pero cuando
las expectativas se han ido desinflando y el cielo ya no puede tomarse al
asalto ni con un misil balístico intercontinental, en los partidos nuevos
ocurre lo mismo que en los de toda la vida.
Con el
agravante de que Potemos, más que ser
un partido federal, es un batiburrillo de formaciones, agrupaciones, mareas,
movimientos y demás compañeros mártires, con lo que las tensiones entre la
dirección central y las agrupaciones locales, incluso en época de vacas gordas,
son de aúpa.
La última
se ha montado en Galicia, donde a la vuelta del verano hay elecciones
regionales. Entre pérdidas de confianza, dimisiones y nombramientos, los neocom no están respondiendo al
arquetipo indefinido de aquella parte de España, y se están diciendo las cosas
de lo más clarito.
Por mí,
que sigan y se saquen los ojos. Metafórica o literalmente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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