A
pesar de sus proclamas de que su primordial objetivo es defender a la gente, lo que realmente persiguen los
neocom españoles es alcanzar el poder
y, una vez allí, retenerlo. Lo demuestra, entre otras cosas, el que cuando
llegaron al Congreso de los Diputados lo segundo que hicieron –lo primero fue
una sarta de tomas de posesión a cual más estrambótica y (probablemente)
ilegal- fue ponerse a pelear por un quítame allá esos escaños, como si fueran
niños chicos.
Tras
el batacazo que se han llevado en las últimas elecciones –el resultado ha sido
objetivamente bueno, puesto que se ha reducido la distancia con la segunda
fuerza política… y subjetivamente malo, porque tal reducción no se debe al
ascenso neo/paleocom (no se han
movido ni un escaño), sino al descenso socialista-, Junior no se da por vencido y en ese tono entre pomposo e
incoherente que le es propio ha proclamado que pronto habrá otra final (para estos las finales son como los
referendos para los secesionistas, que no consideran válidos ni definitivos
aquellos que pierden) y que esperan ganarla. Claro, que un par de días después
matizó la cosa, tanto en el plazo como en los resultados, al decir que puede
que ganen las elecciones en cuatro años o que se den una hostia de proporciones bíblicas (estos izquierdosos, siempre
con su verbo almibarado y elegante).
En cuanto
a su análisis de los resultados electorales, siguen sin asumir ninguna
responsabilidad en concreto (o, más bien, cada facción le echa la culpa a la
contraria), y se han limitado a admitir que la mención de la cal viva en la
tribuna de oradores del Congreso y su gestión
parlamentaria afectaron al resultado del 26 de Junio.
Pues
nada, si en seis meses han perpetrado todos esos dislates, imaginemos los que
pueden realizar en una legislatura de cuatro años…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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