Si
hay alguna autonomía que supone un pozo sin fondo, gobierne quien gobierne, esa
es Cataluña (Andalucía, probablemente, también, pero de momento no podemos
saberlo empíricamente porque los únicos que han gobernado allí han sido los
socialistas). Ya sean los necionanistas
o los suciolistos los que gobiernen
allí, el dinero se dedica a todo menos a lo verdaderamente necesario e
importante, y así está la región, endeudada hasta las cejas.
Y lo
peor de todo es que el Gobierno de España (los sucesivos gobiernos, de hecho),
no sólo han permitido esta situación, sino que incluso podría decirse que la
han alentado, y ello a pesar de los sucesivos desplantes, ilegalidades y demás
tropelías cometidas por las autoridades regionales. No de otra manera cabe
interpretar la última estupidez de Madrit,
que dirían los catalufos. El Gobierno en funciones (en funciones en funciones,
habría que decir) ha concedido a la generalidad otros mil seiscientos millones de euros para evitar la quiebra (habría que dejar que quebraran de una
refitolera vez, a ver sí así aprendían… aunque lo dudo), al tiempo que prometía
al gordo estrábico refinanciar la deuda y le autorizaba a emitir más (lo que,
en mi opinión, equivale a intentar apagar un fuego echándole gasolina).
Mientras,
el gordo estrábico, el del flequillo y la Click
de Famobil colocaban a la asamblea legislativa catalana fuera de la Ley, al
aprobar una moción que instaba al ejecutivo autonómico a emprender la desconexión unilateral (lo que en román
paladino quiere decir secesión) de España.
Al menos,
en el parlamento nacional alguien ha obrado con un cierto sentido: en la cámara
baja se ha aplazado la decisión sobre el grupo parlamentario de la
tradicionalmente llamada minoría catalana
(hoy habría que llamarla mínima catalana),
y en la cámara alta, directamente, se lo han negado.
Que vayan
aprendiendo de una vez. Unos y otros.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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