domingo, 7 de agosto de 2016

Disculpa si no nos reímos

Pablo Iglesias es un sujeto despreciable. Y no lo digo (sólo) por sus ideas políticas, ya que hasta entre los comunistas hay personas humanamente respetables (pocas: así, a bote pronto, sólo se me ocurren Julio Anguita y Marcelino Camacho… y uno de los dos está muerto). No, lo digo porque bajo esa fachada de revolucionario de baratillo lo que yace es un detrito humano de la peor especie.
Ya lo demostró en aquellas declaraciones previas a su eclosión mediática y política, cuando se ufanaba de haber resuelto a puñetazos un intento de robo por parte de gente de una clase social mucho más baja que la suya (vaya comentario, en boca de un comunista), o cuando se refiere a la Marcha Real como cutre pachanga fachosa. Pero es que cada vez que excreta insensateces por el orificio superior de su tracto digestivo, el interfecto queda perfectamente retratado.
La última, de momento, ha sido desvelar sus fantasías más pervertidas al decir que azotaría a la periodista Mariló Montero hasta que sangrase. Menos mal que la ex de Carlos Herrera no es de las que suelen callarse (más bien todo lo contrario, suele decir lo primero que se le pasa por la cabeza), y le ha denunciado por esos comentarios ante el Instituto de la Mujer, que ha calificado las palabras de Junior como lo que son (y como lo que es el muchacho, añadiría yo): sexistas y violentas.
La formación neocom, lejos de mostrar una ofendida conciencia feminista, ha cerrado filas tras su líder y le ha defendido, alegando que se trataba de bromas en una conversación privada.
Pues, la verdad, no le veo la gracia por ninguna parte.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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