Los
progres occidentales no paran de repetir que los musulmanes en general son
pacíficos y tolerantes, y que los terroristas sufren una exaltación religiosa que es la
excepción, y no la regla.
Sin embargo,
estas afirmaciones no se corresponden con la falta general de condena por los
imanes de los atentados cometidos por fundamentalistas musulmanes. Tampoco con
el trato que sufren los cristianos en países como Pakistán o incluso Arabia
Saudita, donde está prohibido portar símbolos cristianos, hacer proselitismo o
construir templos.
Y tampoco
se compadece con el hecho de que en los Juegos Olímpicos, donde debería primar
el espíritu deportivo y todas esas pamemas, un judoka egipcio se negara a
saludar a su rival israelí tras el combate, y una judoka de Arabia Saudita se
retirara de otro combate para no tener que enfrentarse en la siguiente ronda a
una oponente israelí.
Ay,
si el barón de Coubertain levantara la cabeza… se daba con la tapa del ataúd.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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