Las
ideologías totalitarias buscan controlar todos los aspectos de la vida de las
personas. Y, desde mi punto de vista –quizá por ser de derechas-, en esto los
totalitarismos de izquierdas son más totalitarios,
valga la redundancia, que las de derechas. Como he leído por ahí, cuando a
alguien de derechas no le gusta una cosa, pasa de ella, mientras que cuando no
le gusta a uno de izquierdas lo que hace es prohibirla.
Viene
esta introducción a cuenta de la decisión del ayuntamiento de Barcelona (léase,
la decisión de la bruja Piruja) de
prohibir los llamados pisos turísticos.
Creo que aduce la excusa de que esos pisos ofrecen menos garantías que los
establecimientos hoteleros de toda la
vida, aunque tengo la fuerte sospecha de que en realidad lo hace cediendo a
las presiones de, precisamente, el gremio hotelero (ya se sabe que en política,
y más si los políticos son de izquierdas, pensar mal suele ser un sinónimo de
acertar de pleno).
Y
mientras, los propietarios de esos pisos claman al cielo y después de ponerse
melodramáticos (Colau nos está expropiando) retratan la situación de un modo meridianamente claro: la
alcaldesa quiere dictarles qué hacer con sus casas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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