viernes, 26 de agosto de 2016

Hyperion

Hace ya años (¿lustros?) me leí los dos primeros volúmenes de Los cantos de Hyperion por recomendación de un primo (segundo) mío al que le gusta este género de la ciencia ficción dura. Hace ocho meses –de hecho, éste es el primer libro que leo este año comprado este año; hasta ahora he estado leyendo libros comprados el año pasado- vi que habían sacado una nueva edición, en tapa dura y buen tamaño, de los cuatro volúmenes, y no dudé en comprármelos y volverlos a leer.
No recuerdo que la primera vez que me crucé con esta obra fuera capaz de captar todas las implicaciones y referencias que contiene. De hecho, estoy seguro que no lo hice, porque también estoy seguro de que alguna cosa se me ha escapado en esta nueva lectura. También hay detalles que recordaba bastante bien (el de los cruciformes, sobre todo), pero eran muchos más los que había olvidado.
Simmons toca en esta novela –un homenaje a los Cuentos de Canterbury, como no se cansan de señalar críticos y aficionados (sí, también mi primo)… tendré que fiarme de ellos, puesto que no he leído la obra de Chaucer- casi todos los palos y muchas de las consecuencias de los viajes espaciales: política, economía, ética, religión, evolución en gravedad cero, ecología, mecenazgo, hibernación, entropía, viajes en el tiempo… prácticamente no hay tema que no se vea afectado, con una posible excepción: ¿qué demonios es el Alcaudón (a diferencia del editor de la obra, yo sí que había oído la palabra antes de cruzarme con la novela… ventajas de haberme leído completa la enciclopedia Fauna de Félix Rodríguez de la Fuente y sus Cuadernos de campo)?
Bueno, Simmons tiene tres volúmenes más para explicarlo… o no, que según Wikipedia la cosa no queda del todo clara.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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