Tenía
la impresión de que Juan Roig, fundador de Mercadona,
era una persona inteligente y razonable, además de alguien con un obvio olfato
comercial. Sin embargo, su última decisión me hace replantearme dos de las tres
impresiones mencionadas en la frase anterior.
Dicha
decisión es la de lanzar una charcutería sin carne para deportistas y vegetarianos. Siendo evidente el deseo de ocupar un nicho de mercado hasta
ahora no aprovechado, he decidido acudir al diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua antes de ponerme a vituperar esta decisión.
Así,
he comprobado que charcutería es la tienda en que se venden embutidos, fiambres
y otros productos; embutido es,
en su segunda acepción, tripa rellena con
carne picada, principalmente de cerdo, y en la tercera tripa rellena de diversos ingredientes; y fiambre es, en su primera acepción, carne que, después de asada, cocida o curada, se come fría y puede
conservarse durante bastante tiempo.
Por
lo tanto, sólo forzando bastante la cosa puede concebirse una charcutería en la
que no se venda carne, puesto que de la definición de este tipo de
establecimientos se desprende que los otros
productos que se puedan vender allí son algo accesorio a las mercancías
principales. Sin embargo, en un mundo en el que se vende café descafeinado, Coca-Cola sin azúcar y sin cafeína y
hasta leches que no sólo no han
salido de ubre alguna, sino que ni siquiera tienen origen animal, ya nada puede
sorprenderme.
Eso sí,
que no cuenten conmigo entre la clientela potencial. No soy vegetariano y,
aunque practico deporte, no me alimento con productos especiales.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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