En
cualquier país medianamente serio, las cosas que pasan en España no ocurrirían
jamás.
Así, tras proclamar (por enésima vez, eso sí) la voluntad inequívoca
(bueeeeeeno… más o menos) de iniciar (¿de una vez?) un proceso de secesión, la
presidente de la asamblea legislativa secesionista no se iría de vacaciones a
Etiopía cinco minutos después de cometer el delito de sedición.
En un
país serio, un grupo verdaderamente antisistema no se insertaría en el sistema,
ni siquiera para exigir al presidente de la región sediciosa que convoque un referéndum
(¿otro?) en el primer semestre del año que viene.
En un
país serio, después de que el Tribunal Constitucional suspendiera la agenda separatista
de los sediciosos, éstos no amenazarían con una revuelta si se actúa contra la
vacacionante; o quizá sí lo harían, pero no soltando frases tan campanudas, a
la par que trabalinguales, como que si
hay que desacatar, desacataremos.
En un
país serio, el exigido presidente del consejo de gobierno regional no se mofaría del Tribunal Constitucional, porque éste sería un tribunal respetado y no politizado,
cuyas resoluciones serían acatadas sin rechistar. Y, además de no mofarse, iría
a un buen peluquero, por el amor de Dios.
En un
país serio… pero es que estamos en España, desgraciadamente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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