La indigencia intelectual de la izquierda corre pareja a su desfachatez a la hora de venderse. O, como acostumbraba a decir mi querida madre, la ignorancia es muy osada.
Es decir, que cuanto más ignaro sea el giliprogre,
más alardeará de una supuesta brillantez intelectual. Una iletrada irá de
catedrática por la vida, y un aprovechategui de manual dirá que el psicópata de
la Moncloa le recibió en la residencia oficial de la segunda autoridad del
Estado por su buen nombre en el mundo de la innovación.
Será de la innovación ideando métodos de rapiñar los fondos públicos, digo yo.
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