La llamada ideología de género ha hecho un daño que los giliprogres en general, y las feminazis en particular, jamás admitirán. El considerar que un varón, por el hecho de serlo, es siempre culpable, y que una mujer, por el hecho de serlo, dice siempre la verdad, atenta al menos contra dos derechos fundamentales: el de no discriminación por razón de sexo, y el de la presunción de inocencia.
Al menos, algunas veces se ve la realidad y,
en alguna medida se repara la injusticia. Como el caso del policía que lleva
cuatro años apartado de sus hijos por denuncias falsas, caso en el que dos
trabajadoras sociales retrasaron intencionadamente el informe preceptivo para dirimir
la custodia.
Sí, las trabajadoras han sido sancionadas, pero ¿quién le devuelve al hombre esos cuatro años perdidos?
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