Dicen del maestro Ciruela que no sabía leer y puso escuela. Algo parecido ocurre con el Pitecanthropus pucelensis, que de alcalde de Valladolid ha pasado a ninistro de Transportes con licencia para opinar sobre cualquier cosa y ofenderse por todo.
Y cuando se le echa en cara que se mete en
tantos charcos, o que pretenda violentar la separación de poderes, enmarca sus presiones al Supremo dentro de la libertad de expresión, y sigue recomendándole
que se pronuncie conforme a Derecho… es decir, conforme a las pretensiones del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Pues yo, en el uso de mi libertad de
expresión, digo y diré que el de la mano y el capullo es un partido delinquidor
desde sus mismos orígenes, que en Andalucía han robado lo que no está en los
escritos y que el psicópata de la Moncloa es un autócrata indisimulado.
Y que les vayan dando.
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