El tiempo es el mayor revelador de secretos que hay. Con plazo suficiente, casi todo acaba conociéndose.
En el mundo de la política, basta con que
cambie el color del partido en el poder para que todos los trapos sucios,
trapicheos, trapacerías y chanchullos de los contrarios salgan a la luz. De hecho,
a veces no hace falta ni un cambio de orientación, sino el pálpito de que los
vientos están cambiando y más vale abandonar el barco o, en todo caso, exclamar
escandalizado, como en la película Casablanca, aquello de ¡Qué
escándalo! ¡Aquí se juega!, mientras se recogen las ganancias.
Así, la Diputación Provincial de Badajoz -todavía
en poder de los de la mano y el capullo- ha admitido que el puesto del teledirector
de orquesta jamás tuvo labor académica docente ni evaluadora. Ha confirmado,
además, que el cargo era de nueva creación, se configuró después de la toma de
posesión del psicópata de la Moncloa y tiene un sueldo de cincuenta mil euros anuales.
Parece que algunos tienen la impresión de que la nave empieza a hacer aguas…
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