La ventaja de definirse como federales, que es lo que hacen en general en España los partidos de izquierdas (cosa curiosa, porque España no es, ni nunca ha sido, un país federal), es que permiten que las distintas secciones territoriales actúen por su cuenta en según qué asuntos y que los órganos centrales puedan escudarse en son cosas de los catalanes (o vascos, gallegos, asturianos, cántabros, riojanos, navarros, aragoneses, valencianos, murcianos, andaluces, extremeños, castellanoleoneses, castellanomanchegos, madrileños, baleares, canarios, ceutíes o melillenses).
Lo malo es cuando esa actuación particular,
esa nota discordante, beneficia a una parte del todo y perjudica a todas las
demás. Que es lo que está pasando con la bajada de pantalones en materia
tributaria que ha permitido la investidura del filósofo perico como presidente
del consejo regional de Gobierno. Esa que todos llaman concierto menos los
implicados. Quizá habría que preguntar al teledirector de orquesta, por si sabe
algo del tema… aunque lo dudo.
Esa bajada de pantalones que, según el
titular, empieza a abrir una brecha entre el partido de la mano y el capullo y
su franquicia catalana (aunque, por como manda a veces, más que una franquicia
parece la matriz).
A ver si la brecha se agranda y el partido se va por el desagüe al sumidero de la Historia, que es donde debe estar.
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