En su proceso de consuno de destruir España, tanto el psicópata de la Moncloa como sus aliados han ido dando pasos, sin vacilar demasiado y sin retroceder jamás.
Ahora, la militancia de los ierreceos ha avalado el preacuerdo con los de la mano y el capullo para dinamitar el Estado
autonómico. Algunos críticos del contubernio señalan, no exentos de una cierta
demagogia, que se ha permitido a ocho mil (o los que sean) decidir el destino
de cuarenta y siete millones. Otros contraatacan diciendo que eso no sería
posible sin la connivencia del PSOE, pero es que, precisamente porque existe
esa connivencia, ha tenido lugar ese llevar al extremo el privilegiar a los
regionalistas.
Sin embargo, quizá algo se esté moviendo al
fin en el seno de la coalición Frankenstein (aunque tampoco demasiado, que ya
se sabe que el poder, y la posibilidad de perderlo, es un poderoso aglutinante):
por un lado, el barón socialista de Asturias se muestra contrario a la salida
de Cataluña del régimen común (del que ya hay fuera dos comunidades
privilegiadas), pero a la vez advierte (en plan ya me gustaría a mí poder
hacer algo, pero es que no puedo) de que a sus diputados los controla Ferraz (lo cual demuestra el poco espíritu constitucional de los socialistas,
incluidos los menos sectarios, ya que los diputados no están, de acuerdo con la
norma suprema del ordenamiento jurídico español, sujetos a mandato imperativo).
Por otra parte, el líder popular castellanomanchego
cree que su contrapartida socialista regional sí romperá esta vez con Sánchez,
y que, a diferencia del asturiano, sí que controla a sus diputados. Iluso: Page
se moverá, no cuando vea la posibilidad de que la cabeza del psicópata ruede
(políticamente) por el suelo, sino ni un segundo antes de que se separe del
tronco.
Y mientras, los socios no catalanes de la coalición -Izquierda Hundida, los comunistas valencianos y los regionalistas maños) ya se han desmarcado de la reforma (puesto que sus regiones se verían perjudicadas), al tiempo que los inspectores de Hacienda (ay, Petisú, que se te revuelven las tropas) alertan de la barbarie de consecuencias terribles del pacto.
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