Con la denominación de los tanes me suelo referir a las antiguas repúblicas soviéticas del centro de Asia: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
Hace una o dos semanas, hablando con un pariente
-persona más bien de izquierdas, aunque bastante inteligente, por extraño que
pueda parecer-, me comentó que varias de estas repúblicas, no recuerdo cuáles,
están moviéndose a gran velocidad para converger política y económicamente con
la Unión Europea.
La conversación salió como consecuencia de
comentar la aspiración de Turquía a integrarse en la Unión Europea, algo a lo
que soy contrario por tres razones: en primer lugar, no son una verdadera democracia
(podría decirse que España va también camino de no serlo, pero bueno…); en segundo
lugar, son musulmanes, y la base de la Unión Europea es inequívocamente cristiana;
y, en tercer lugar (y, por tanto, la razón casi más importante), porque Turquía
(cultural y geográficamente) no es Europa.
Lo mismo podría decirse de los tanes:
si quieren, que se integren en la OCDE, por ejemplo, pero no en la UE… porque no
son Europa, son otra cosa.
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