Dice el viejo refrán castellano que quien calla, otorga. Dentro del Derecho administrativo también existe la figura del silencio, positivo o negativo según los casos.
Ante la cascada de acusaciones dirigidas
contra la pareja del psicópata de la Moncloa, la reacción del partido de la
mano y el capullo ha sido siempre la misma: son bulos, calumnas, insidias, fango.
Por eso, cuando el juez instructor se desplazó al palacio de la Moncloa para
interrogar como testigo al presidente del desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer, éste tuvo una ocasión pintiparada de poner
todo en claro, explicando y desbaratando todas y cada una de las actuaciones que
se critican a su cónyuge.
Prefirió, sin embargo callar. Ante esto, el juez señaló que de ese silencio se pueden sacar conclusiones. Como que, por ejemplo (me atrevo a señalar), no quería incurrir en la posibilidad de que se le acuse de falso testimonio.
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