Los
ingleses (y, por extensión, los británicos) nunca se han sentido del todo
cómodos en Europa. Como he leído en alguna parte (en algunas partes, más bien),
su política desde que se constituyó como nación (es decir, el último medio
milenio, aproximadamente) ha consistido en oponerse a la potencia continental
imperante (España, Francia, Alemania…), fuera esta cual fuera.
Por
eso, cuando entraron en la Comunidad Económica Europea, y más cuando ésta
devino en Unión Europea, lo hicieron, pero de aquella manera; al británico
modo, podríamos decir (siguiendo esa otra práctica que se resume en la frase con razón o sin razón, mi país es lo primero).
Es decir, aprovechando las ventajas y rechazando los inconvenientes (o lo que
ellos consideraban como tales).
Mientras
estuvieron dentro, la UE se puso de perfil en lo referente a Gibraltar, puesto
que, al fin y al cabo, se trataba de un contencioso entre dos estados miembros
(como decía Antonio Ozores, Gibraltar
siempre será un peñón… y nada más por mucho que se empeñen gibraltareños,
británicos y tontiprogres españoles, añado yo). Sin embargo, ahora que los de
la Union Jack se marchan, parece que las
instituciones europeas apoyan a aquella de las dos partes en conflicto que aún
es miembro de la UE; esto es, España.
Que
eso ha sentado a cuerno quemado en el país del rosbif y el té con pastas lo
demuestra el hecho de que un exministro de Margaret Thatcher ha propuesto
llevar la independencia de Cataluña a la ONU, avisando a España de que está jugando con fuego con Gibraltar y
el Brexit.
Supongo
que los necionanistas catalanes
aplaudirán con las orejas esta salida de pata de banco (sin saber que llevarlo a la ONU es el modo más seguro de que la cosa se eternice... y, si no, que pregunten a los palestinos, por ejemplo), pero es que, como en
tantas otras cosas, lo que pretenden no es equiparable, ni mucho menos, a
ningún proceso de descolonización. Eso dejando aparte el Tratado de Utrech, que
viene a establecer que Gibraltar será británico mientras lo sea, y después no
puede ser otra cosa que español, salvo que a España no le apetezca.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!