Curándose
en salud –cuando escribo esta entrada, a mediodía de la jornada electoral,
todavía no sé (lógicamente) el resultado de las elecciones regionales en
Cataluña, ni siquiera por aproximación, aunque he leído que la participación
está siendo más baja que en los anteriores comicios, hace un par de años-, el
(auto) exiliado Cocomocho se ha
mostrado dolido por la influencia que la opresora España, la ladrona España, el
Estado español, en resumen, tiene en Europa.
Una
influencia que, contra lo que pueda parecer, no decayó con el declinar de los
Austrias; o quizá sí, pero se mantuvo aletargada hasta mediados del siglo
pasado, en que gracias a la mano del invicto Caudillo el Real Madrid obtuvo hasta
en seis ocasiones la Copa de Europa. Nada de Di Stefano, Gento, Puskas,
Santamaría o el Madrid Ye-Yé. Todo se
debió a la mano (temblequeante en la sexta, al menos, por aquello de la edad)
del dictador, que no sólo gobernaba con puño de hierro en España, sino que
regía también los destinos de Europa… al menos en lo futbolístico, porque
nuestra cosecha en Eurovisión fue más bien magra.
Continuación
de esa influencia hispana en Europa debe ser, sin duda alguna, el hecho de que
ninguna de las instituciones europeas haya dado reconocimiento a las
reivindicaciones de los golpistas catalanes, validez al butifarrendum II o apoyo al político del corte de pelo imposible.
Quizá por ello, el expresidente del consejo de gobierno regional y candidato a
revalidar su puesto (la vez anterior lo obtuvo siendo el cuarto… lo que según
algunos sondeos podría volver a ocurrir, sólo que no sería el cuarto de la
lista más votada, sino la cuarta lista más votada) propone votar si Cataluña quiere pertenecer a una Unión Europea de países decadentes y obsolescentes.
Lo
de siempre: pataleta de niño consentido que con un par de azotes a tiempo nos
habríamos evitado todos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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