domingo, 3 de diciembre de 2017

Marxistas de derechas

Fue Groucho Marx el que hizo famosa la frase Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria. Esta sentencia podría aplicarse perfectamente al partido antaño hegemónico en Cataluña y que hoy va camino de ser casi menos que el Partido Popular de la región… que ya es decir poco.
Desaparecido de la primera línea política Jorgito Polluelo, su sucesor al frente de la (entonces todavía) coalición consiguió lo que parecía imposible: perder el poder. Tampoco es que se notara demasiado, puesto que los que ocuparon las poltronas –me refiero básicamente a los socialistas: los comunistas siempre se han pegado como lapas al regionalismo de turno siempre que fuera de izquierdas, y los republicanos perdieron la ética con la desaparición de Tarradellas, y la estética con la llegada del estrábico con sobrepeso-, supongo que en parte para hacerse perdonar su origen charnego y en parte por odio a todo lo que signifique España, practicaron una política que podrían haber firmado perfectamente los que se encontraban en la oposición.
De hecho, fue en el periodo del tripartito cuando, por un lado, se aprobó el sedicente y sedicioso estatuto y, por otro, cuando se firmó la tregua con los asesinos vascos de ultraizquierda, garantizándoles apoyo siempre y cuando no atentaran en la esquinita nororiental de la península.
Vueltos al poder, pero cada vez con menos votos y menos escaños, Arturito Menos emprendió la huida hacia adelante, amenazando con la independencia en fechas que suponían aniversarios significativos (que si en 2013, que si en 2014, que si en 2015) pero no llegando nunca a dar el paso. Más quemado que la pipa de un indio, abandonó la primera línea de la política (la segunda línea empezaba también a estar más que llena con Polluelo, la madre superiora y los pollitos) para que los Clicks Unidos de Playmobil, después de decidir asambleariamente si contribuían o no a aupar a un nuevo burgués a la poltrona, apoyaran a un periodista de corte de pelo inefable.
Llegaba así a la cabeza de la marcha hacia el precipicio un sujeto que ni había ganado unas elecciones ni siquiera había encabezado lista alguna. Después de proclamar la independencia (o no, según otros), salió por piernas hacia la tierra de las coles y las patatas fritas, donde siendo republicano vive a cuerpo de rey. Mientras, en su región se han convocado unas nuevas elecciones –a celebrarse en Jueves, de lo que me he dado cuenta hace relativamente poco- a las que los independentistas de toda ralea van a presentarse, a pesar de considerarlas ilegítimas. Total, si han promovido un referéndum ilegal, qué más les dará…
Pero a esas elecciones ya no concurre Convergencia y Unión. Tampoco concurre Convergencia Democrática de Cataluña. Ni siquiera concurre el Partido de los Demócratas de Cataluña. No: en caída libre, han decidido presentarse como una agrupación de electores denominada Juntos por Cataluña que rellenarán con alcaldes, no afiliados y políticos presos. En cuanto a las siglas del PDeCAT, irán en minúsculas, así que conviene que los votantes se lean la letra pequeña a la hora de elegir la papeleta.
Y mientras, los republicanos de izquierdas van a hacer exactamente lo mismo: una lista transversal de presos y de no afiliados. De Juntos por el sí han pasado a Juntos pero no revueltos para terminar en Separados y peleados.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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