lunes, 11 de diciembre de 2017

¡Éramos pocos y...!

Los paleocom de toda la vida, si tenían algo, era la coherencia ideológica. Los paleocom actuales no tienen ni principios ni moral; es decir, que en eso no se diferencian de las demás ideologías políticas. Los neocom, en cambio, son marxistas convencidos; pero no siguen a Carlos, sino a Julius. Es decir, a Groucho: tienen sus principios, pero si no nos gustan (es decir, cuando es conviene), tienen otros. Y otros, y otros…
El comunismo es, en teoría, una ideología federalista e internacionalista. Sin embargo, como todo en los seguidores de la hoz y el martillo, se trata de pura fachada. Pocas ideologías habrá más ferozmente centralistas que la de los que siguen la bandera roja: si no, que se lo digan a los miembros de la difunta unión de repúblicas socialistas soviéticas, que lo que estaban era unidas bajo la bota de Moscú. ¡Y ay del que pretendiera escaparse!
El problema con el veletismo (quizá derivado de su también vedetismo, es decir, ese pretender estar siempre en el candelabro, que diría Mazagatos) de los neocom españoles es que pueden engañar a unos cuantos (ni siquiera a todos: a mí, por ejemplo, jamás me la dieron con queso, porque les vi venir desde lejos… desde la Puerta del Sol, poco más o menos) algún tiempo; pero pasado ese lapso, a los únicos que son capaces de aunar es a los que tenían convencidos desde un principio.
En el tema de España, Junior ha dado más vueltas que una peonza. Desde llamar cutre pachanga fachosa y mostrar a la palabra España la misma alergia que tiene todo el progretariado, a defender la unidad de la patria a días alternos… porque los de en medio toca alinearse con los ayer separatistas y hoy golpistas. Tantos cambios de imagen despistan al más pintado, además de obligar al de la coleta a hacer un esfuerzo suplementario cada vez que tiene cambiar de idea, de modo que su estulticia más reciente supere a todas las anteriores.
Sin embargo, con la última puede que haya alcanzado la cima, el Everest, el Mons Olympus incluso, la cota que ya no es posible rebasar (aunque con éstos, uno nunca puede estar seguro). Según el líder neocom, en España hay claramente cuatro naciones: la nación española, la catalana, la nación vasca y la nación gallega. Sin aclarar si la nación española se corresponde con eso que llamamos España, o habría que sustraer las otras tres naciones, después estarían los sentimientos populares (ya sabemos que los neocom siempre han sido muy sentimentales) que reclaman formas jurídicas autónomas y reconocimientos simbólicos propios que no podríamos identificar con amplios sentimientos nacionales y que han obtenido el reconocimiento jurídico de nacionalidad: Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana, Baleares, Canarias… Como elemento que reafirma su tesis, señala que en el caso de Andalucía incluso el Estatuto de autonomía votado en 2017 habla de realidad nacional, como si el hecho de poner una cosa por escrito la volviera automáticamente real (no creo que nadie piense que los españoles, todos y cada uno, se volvieran automáticamente justos y benéficos el día de San José de 1.812 sólo porque lo dijera la Pepa).
En otro rango, estarían las comunidades históricas como Asturias, Cantabria, Castilla y León, que reivindican una personalidad política propia en el marco del Estado. Junior deja fuera a Navarra y la menciona de forma separada (la Ley de amejoramiento que, para algunos autores, daría estatutos similares a los de algunos estados libres asociados), y a Murcia o La Rioja ni siquiera las menciona en su proyecto para su España plurinacional.
Uno podría pensar que con esa sarta de sandeces la cosa estaría completa; pero, como he dicho, siempre cabe esperar que el récord se bata, y no tardaron ni siquiera tres semanas en hacerlo, porque encontraron un nuevo ejemplo de plurinacionalidad. ¿Preparados? ¡Castilla… y León!
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: