En
las elecciones municipales celebradas en 2.015, la lista más votada en el
ayuntamiento de Barcelona fue la neocom
encabezada por la bruja Piruja. De esto
no estaba demasiado seguro (pensaba que, como mucho, habrían sido los segundos),
pero me he ido a Internet para consultar los datos antes de ponerme a escribir
la entrada.
A
pesar de ello, obtuvieron poco más de una cuarta parte de los escaños: once
sobre cuarenta y uno, con uno de ventaja sobre los (todavía) de Convergencia y
Unión (luego serían algo así como Divergencia
y Dispersión, sobre poco más o menos), y cosa de un dos y medio por ciento
de votos más. En cualquier caso, insuficientes para gobernar en solitario (como
en el resto de los municipios españoles de una cierta relevancia, gracias a
Dios y a D´Hont), por lo que tuvo que recabar apoyos de los ierreceos, los Clicks Unidos de Playmobil y ¡cómo no!, los suciolistos del maricatalino.
Es decir, de todos menos los convergentes,
los naranjitos y los populares; para lograr, así, una exigua
mayoría (de veintiún escaños contra veinte) que le permitiera obtener el bastón
de la alcaldía.
Desde
entonces, y visto desde fuera (y con mirada sucia,
que dirían en Los Serrano), la
gestión municipal de la segunda ciudad de España ha sido, por decirlo
claramente, francamente mejorable. Desde dedicarse a gestos escénicos (como el
Padrenuestro blasfemo) hasta ahuyentar al turismo con tasas y restricciones
hoteleras, pasando por la negativa a colocar bolardos que pudieran dificultar
atentados terroristas (y ya se vio lo que pasó), la imagen de progreso que
Barcelona ofreció al mundo con motivo de los Juegos Olímpicos (y no olimpíadas, que eso son el periodo de
cuatro años que media entre unos juegos y otros) –progreso logrado, no se
olvide, con la ayuda y el apoyo del resto de España- se ha ido deteriorando
lenta pero inexorablemente.
Así
las cosas, cuando el PSOE apoyó, en el Congreso de los Diputados, la aplicación
del artículo 155 tras el golpe de Estado del 1 de Octubre –Piruja todavía no se ha enterado de que, a efectos prácticos, PSOE
y PSC son dos cosas distintas-, la actriz reconvertida en activista
reconvertida en alcaldesa rompió el acuerdo de gobierno con los socialistas y
se quedó en minoría.
En
una de esas frases que tan bien se les dan a los políticos –y si son de
izquierdas, ni te cuento-, el maricatalino
dijo que Piruja puede ser la alcaldesa, pero no es la líder que Barcelona necesita.
Y
tú tampoco, Miguelín. Y tú, tampoco.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario