Si
algo ha tenido como consecuencia el populismo de izquierdas en España es que el
principio de Peter ha saltado por los aires.
En
efecto, después de que zETAp demostrara que cualquiera, literalmente, podía
llegar a ser presidente del Gobierno (no digamos ya ministro), la política se
ha poblado de especímenes de todo pelaje y, merced a alianzas políticas a veces
suicidas (para los que no tocan el poder, claro), han encaramado a las
poltronas municipales a incompetentes notorios y sectarios, para desgracia de
los sufridos ciudadanos que tienen que padecer los dislates de tales regidores.
Ejemplo
paradigmático (sí, ya sé que tiro mucho de la palabrita, pero es que no sé qué
es lo que tienen las esdrújulas que le dan un je ne sais quoi al discurso) de lo que digo son las alcaldesas de
las dos principales urbes peninsulares (y que me perdonen nuestros vecinos
lusitanos), es decir, Madrid y Barcelona. Es decir, doña Rojelia y la bruja
Piruja.
En
una especie de competición demencial, parecen decididas a demostrar que pueden
soltar una tontería mayor que la de su colega. Aunque, por otra parte, en
ocasiones actúan a dúo y sueltan simultáneamente una boutade que, por aquello del efecto multiplicador, resulta de más
honda estulticia que la simple suma de sus partes.
Esto
ocurrió hace un mes, con ocasión de un algo
llamado Festival de Tecnologías de la Participación 'Ciudades Democráticas'. En una espiral de retroalimentación,
la idiocia de las proclamas fue alcanzando simas más y más profundas: que si la revolución democrática del siglo XXI será
feminista o no será, será de abajo a arriba o no será, será de las ciudades o
no será (la escrachadora blasfema), que si hay que seguir trabajando para acabar con el patriarcado e
instaurar una cultura de las mujeres (la filoterrorista defraudadora a la
Hacienda pública), que si Madrid y
Barcelona nos queremos… En fin, si no fuera porque me dan materia para el
blog, sería cuestión de mandarlas a la m… con billete sólo de ida.
Lo
he pensado mejor: aunque me den materia, que se marchen. Y que no vuelvan.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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