Cuando
el proceso secesionista se aceleró, el número de entradas en este blog lo hizo
también. Ni siquiera saltándome la regla del first in, first out y colocando en primer lugar lograba mantenerme
al día; o casi, porque si lo hiciera las demás entradas habrían quedado
relegadas a fechas tan alejadas de los hechos a los que se referían que más que
un blog de actualidad política, éste se habría convertido en un blog de Historia.
Y tampoco es eso. Además, aumentando el número de entradas diarias conseguí lo
que a la vuelta del verano parecía casi imposible: batir el récord de entradas
del año pasado.
Una
vez consumado el golpe de Estado, las cosas volvieron a su cauce, y el ritmo de
publicación descendió a una media cercana a una diaria. Igualmente, las
entradas volvieron a ser publicadas por orden de aparición ante el micrófono
(salvo excepciones), sin colar a
ninguna por razón de su origen geográfico. Hasta hoy.
¿Y
por qué hoy? Pues porque mañana, por primera vez desde que recuerdo, tiene
lugar en España un proceso electoral. Concretamente en Cataluña, la región más
democrática de España según los estándares establecidos por los propios
golpistas: si votar equivale a democracia y democracia equivale a votar, ellos
lo han hecho más que nadie en esta última década. Casi votan más deprisa de lo
que yo publico mis entradas (exagero, claro, pero tampoco tanto…). Y la entrada
de hoy tiene que ver con lo que ocurrirá mañana. Si la publicara cuando toca,
saldría la semana después de Reyes, y para entonces, en función de los
resultados de las elecciones regionales y el desarrollo de los acontecimientos,
habría quedado, casi con seguridad, obsoleta. Así que al tajo.
Leo
el titular de que El separatismo no reconocerá una derrota y sólo debate quién será el próximo presidente republicano y me acuerdo de lo que dije hace un par de días: los golpistas
conceden libertad de pensamiento, siempre y cuando pienses lo que ellos quieren
que pienses. En un extraño hermanamiento con los socialistas de hace cuarenta
años, consideran que cualquier cosa que no sea una victoria secesionista será
una equivocación, es decir, que sólo contemplan una mayoría de los unionistas (léase,
los no secesionistas) como consecuencia de un pucherazo (eso lo dicen los que
han dado el pucherazo, no del año, sino del siglo con el butifarrendum II).
Lo
único que puede salvar la situación es que se odian entre ellos casi tanto como
odian al resto de los españoles. Lo malo es que el miedo a perder el poder es
un poderoso pegamento anestesiante, sea la ideología que sea…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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