Fue
hace un mes que se conoció la noticia de que Barcelona había quedado eliminada en la primera ronda como sede de la Agencia Europea del Medicamento, forzada a
trasladarse tras haberse producido el brexit.
A
nadie se le escapa que si algo ha inclinado la balanza en contra de la ciudad
condal, que no hace demasiado tiempo tenía todas las papeletas para hacerse con
la entidad comunitaria, ha sido precisamente el proceso golpista. Iba a decir a nadie, salvo a los golpistas. Pero creo
que, en realidad, ellos y sus corifeos (algunos más feos que Picio, la verdad)
son también conscientes de esa circunstancia, y por eso precisamente
reaccionaron como lo hicieron: para los pedecatos,
Mariano Rajoy no estuvo a la altura, puesto que no fueron ni Cataluña ni Barcelona quienes han fallado; para Cocomocho, hasta el 1 de octubre, Barcelona era la favorita, pero con violencia, retroceso democrático y el
155, el Estado la ha sentenciado; para el charnego de apellido
autodescriptivo, el que pega te dice que
la culpa es del que vota.
Lo
más gracioso fue que los tuiteros
anónimos son los que decían las verdades más gordas, como el que escribía que no me extraña [que la EMA no vaya a
Barcelona] quién quiere estar en un
estado fascista, corrupto y dictatorial?; porque precisamente eso –fascista,
corrupto y dictatorial- es lo que sería la tan anhelada por algunos república
independiente de su casa… de su Cataluña, quiero decir.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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