Los
golpistas catalanes han hecho de la mentira, más que un modus operandi, un modus
vivendi: del España nos roba a la
corona catalanoaragonesa, de la
pérdida (¿?) de la independencia (¿¿??) en el siglo XVIII a la segura
aceptación, no ya por Europa, sino por el mundo completo, de una Cataluña
unilateralmente independiente, todo en ellos es falsedad, embuste, trola,
mentira, entre ellos y a los demás, los propios y los ajenos.
El
problema de vivir inmersos, sumergidos, empapados en la mentira es que ya ni
ellos mismos se aclaran, y no saben qué mentira toca decir ni cuándo. Lo que da
lugar a situaciones que, si no estuviera en juego algo tan serio como la unidad
de España, serían, no graciosas, sino hilarantes, desternillantes incluso.
Ocurre
así que en horas veinticuatro, los dos últimos presidentes del consejo de
gobierno regional han dicho cosas que son radicalmente contrarias, y por lo
tanto una de las dos (al menos) es falsa.
El
primero en hablar fue Cocomocho, el
huido en Bruselas. En esa actitud de recule que parece haber afectado a (casi)
todos los golpistas cuando le han visto las orejas al lobo constitucional,
descartó en una entrevista en Le Soir
la independencia y aceptó que otra solución era posible. De hecho, dijo que se
mostraba dispuesto a aceptar la realidad
de otra relación con España. Y mientras, el matón de mandíbula cuadrada, Arturito Menos, acudía en Madrid al
rescate del independentismo y decía, bien claramente, que el objetivo sigue siendo el mismo.
Lo
dicho: o uno de los dos miente, o ambos. Si miente el primero, lo hace por
táctica y es el segundo quien dice la verdad; y si miente el segundo,
¿significa que el primero se ha, al fin, bajado de la burra?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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