Como
los secesionistas, los neocom –los paleocom también, pero están de capa
caída (más aún)-tienen un concepto de democracia
muy particular, en el sentido de que es suyo y sólo suyo: la gente es libre de
decidir lo que a ellos (los neocom,
los paleocom, los secesionistas) les
parece bien. Todo lo demás queda descartado.
Ya
lo anunciaron los paleocom cuando
todavía eran una formación independiente, y no un mero apéndice del partido del
de la coleta: estaban decididos a conseguir en la calle lo que no podían
conseguir en las urnas. Lo que pasa es que en la calle tienen todavía menos
seguidores que en las urnas –al fin y al cabo, el voto es secreto… de momento,
y no te van a represaliar por lo que votes… aún-, y tan rimbombante (y
antidemocrática) propuesta quedó en agua de borrajas.
Ahora,
es Junior el que anuncia la versión
2.0 de tan audaz línea de actuación: quiere sacar la reforma constitucional del Congreso y debatirla con el pueblo. Empezando
que si por debate con el pueblo
entendemos las múltiples jaulas de grillos que se montaron con el quince eme,
la cosa se eternizaría sin llegar a ninguna parte viable en la práctica, el
doctorado debería saber que, en caso de reforma constitucional (algo vamos
ganando, ya no quiere tirarla abajo), si la misma es de calado, es el pueblo el
que tiene la última palabra sobre el tema, ya que ha de celebrarse un referéndum
(legal), e incluso unas elecciones legislativas para que las nuevas Cortes
refrenden la reforma.
Dado
el día que es hoy, voy a cambiar la despedida habitual, y desear a todos mis
lectores una muy
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
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