Ya cuando copresentaba un programa en Canal Plus cuyo nombre no recuerdo (ni ganas), Máximo Pradera era un cretino de marca mayor (eso, por no decir un gilipuertas). Como lo único que mejora con el tiempo son los buenos vinos, el hijo de Javier Pradera no ha hecho sino ir a peor.
Como suelo decir, hay cosas que no se deben pensar jamás; si se
piensan, nunca se deben decir en voz alta; y si se dicen en voz alta, en ningún
caso debe hacerse en público. Como hacen las nulidades cuando nadie les hace
caso y quieren llamar la atención, Mínimo piensa barbaridades, las dice en
voz alta y se asegura de que tengan difusión.
Hace cosa de un año, el susodicho deseó un cáncer a Macarena Olona,
Donald Trump y José María Aznar. Este último no creo que le preste atención, y
el estadounidense probablemente ni sepa quién es (suerte que tiene el marido de
Melania). Pero la política española entró al trapo, y en pocas palabras -lo
bueno, si breve, dos veces bueno- retrató al periodista, al decir que mostraba
una inmoralidad extraordinaria.
Se puede decir más alto, pero no más claro.
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