Hace un año tenía pensado publicar esta entrada, pero la avería del soporte informático que contenía el fichero ha hecho que el tema al que se refería haya quedado superado por los acontecimientos. El fondo de la cuestión, sin embargo, no.
La frase que da título a la entrada se refiere a la reacción de Fouché
tras ordenar Napoleón Bonaparte la ejecución del duque de Enghien. A lo largo
de la Historia, por otra parte, ha habido ocasiones en los que se han
perpetrado actos que, objetivamente considerados, suponían crímenes -de lesa
humanidad, incluso-, pero que consideradas las circunstancias constituían un mal
menor: desde los bombardeos aliados sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial
hasta el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón, pasando por la guerra
sucia contra el terrorismo.
Pero me estoy yendo por las ramas. Hace un año, Teodoro García-Egea,
secretario general del Partido Popular, aseguraba que el psicópata de La
Moncloa aceptaba que los neocom quedaran fuera de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. En el mismo día reaccionaron los dos extremos ideológicos:
Vox denunció el pacto de la ignominia para renovar el llamado órgano
de gobierno de los jueces y descartó que los morados quedaran fuera; la
parte de la mano y el capullo del desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer dijo que los de los círculos tendrían representantes pero no negociación… con lo que daba lo mismo, porque de lo que se trataba,
o se debería tratar, desde la óptica del PP, era que los comunistas no metieran
la zarpa en las instituciones, por sí o por partido intermedio.
En resumen: ¿pactar con el PSOE, y más con éste? Jamás: ellos no tuvieron escrúpulos en mantener el prostitucional todo el tiempo que hizo falta. Lo pensaba hace un año, y lo sigo pensando ahora. Una reflexión atemporal en toda regla.
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