domingo, 27 de julio de 2025

Nunca rendirse

A pesar de lo que pueda parecer por su nombre y de lo que muchos puedan creer, el Tribunal Constitucional no es, en su concepción, parte del poder judicial. Columpiándome un poco, diría que su función es determinar si una norma o un acto determinado -incluyendo dentro de estos actos las resoluciones judiciales- están o no ajustados a la Constitución.

Lo malo es que, prácticamente desde su origen, se convirtió en un órgano profundamente politizado. No sólo por el modo en que sus miembros son designados, sino porque la izquierda (en esto, que recuerde, la derecha no ha pecado) lo ha utilizado como coartada para dar una apariencia de legalidad a sus desafueros.

Porque inconstitucional fue la expropiación de Rumasa por decreto-ley (debería haberse hecho por una ley en sentido estricto). Porque inconstitucional de la cruz a la fecha era el sedicente estatuto sedicioso de Cataluña. Porque perfectamente ajustada a Derecho era la condena a los responsables del mayor robo que se ha producido en España, el de los EREs falsos de Andalucía. Porque inconstitucional es la ley de bajada de pantalones, tanto por su contenido como por su objetivo último. Y en todos los casos, el Tribunal Prostitucional ha servido a los intereses del partido de la mano y el capullo. Se ha convertido en una especie de tribunal superior del Supremo, que casualmente barre siempre hacia Ferraz.

Sin embargo, hay en el poder judicial quienes todavía tienen principios, decencia y respeto por el ordenamiento jurídico. Los hay quienes no se doblegan a las presiones políticas, vengan de donde vengan (hacia dónde van, ya lo sabemos). Como la Auidencia de Sevilla, que ha recurrido ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea el indulto que Golpe Pumpido otorgó a los condenados por el caso de los EREs falsos, para evitar lo que, muy acertadamente, denominan un riesgo sistémico de impunidad.

Todavía hay esperanza.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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