Hay tantas concomitancias, tantas coincidencias, tantos rasgos comunes entre los secesionistas con barretina y los de la mano y el capullo, que uno empieza a plantearse si no se tratará de hermanos separados al nacer.
Porque hace un par de semanas saltó la
noticia de que catorce mujeres habían enviado una carta al rector de la Universidad de Barcelona denunciando un patrón de abuso de poder y coerción
sexual por parte de un catedrático emérito de Sociología que se ha
presentado como víctima de una campaña en su contra por su compromiso
con la denuncia de la violencia de género, de la que se define como científico
número uno.
Lo que pasa es que la cosa vendría de lejos, porque la universidad ya recibió denuncias contra el susodicho en 2.004 y 2.016, denuncias que fueron archivadas por falta de pruebas… y porque los hechos habían prescrito.
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