Con la falta de escrúpulos de Talleyrand, pero con infinitamente mucho menos talento (por no hablar de la inteligencia), multitud de figuras del partido de la mano y el capullo se opusieron al psicópata de la Moncloa hasta que éste se hizo con las riendas de la partida, momento a partir del cual pasaron a ser sus más dedicados servidores.
Es el caso del actual muñeco de punching
ball de la presidente de la comunidad de Madrid, que en su día le pidió al
ex comisario Villarejo información sobre los negocios del suegro del
psicópata.
La duda es si el psicópata hace lo que hace por crueldad o por prudencia.
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