Un socialista español, además de ser alguien capaz de defender una cosa y la contraria y afirmar que ambas son ciertas (y progresistas), es la persona que achacará a sus rivales aquellos defectos de los cual él mismo adolece.
Tomemos el caso de la llamada judicialización
de la política o, por emplear el barbarismo tan de moda entre el retroprogrerío,
lawfare. Esto es, que los jueces y magistrados no actúan buscando hacer
que se cumplan las leyes sino que sus resoluciones tienen una fundamentación
ideológica y un objetivo político.
Es un palabro que se puso muy de moda cuando la
rapiña del Dioni de la Pampa y su recauchutada esposa alcanzó límites
escandalosos, incluso para un país tan acostumbrado al latrocinio de los
políticos como es Argentina (en Méjico, donde roban más y mejor, todavía no se han
atrevido a acoger el término). Cuando las fuerzas de la Ley -y no me refiero a
la policía, sino a los jueces- empezaron a cercarlos, dado que el asesinarlos a
todos era materialmente inviable, optaron por intentar galvanizar a sus masas
proclamando que se trataba de una campaña contra ellos por parte de no se sabe
qué poderes fácticos.
La táctica cruzó el charco gracias (o
desgracias, más bien) a los neocom. Como en tantas otras cosas, el
partido de la mano y el capullo se ha podemizado, y los modos y maneras
del psicópata de la Moncloa cada vez son más indistinguibles de los del Chepas.
A cada nuevo escándalo de corrupción que surge responden invariablemente lodo,
fango, mentiras, bulos, pseudomedios y persecución
judicial.
Pero claro, cuando uno se entera de que el
presidente de la Audiencia Nacional reveló al primer ninistro del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer una sentencia
del proceso para que lo manejaran, o que esta misma persona viajó a Georgia con Begoña Gómez y la exdirectora de la Guardia Civil -ambas personas
pringadas en sendas causas judiciales-, no puede por menos que preguntarse de
qué tendrían que hablar.
¿De usar la Justicia como arma contra aquellos que se les oponen, quizá?
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