jueves, 17 de julio de 2025

Descuido… ¿o mala intención?

Cuando todavía era magistrado en la Audiencia Nacional, el ninistro Pequeño se ganó fama de buen profesional de la carrera judicial.

Todo cambió cuando el psicópata de la Moncloa le nombró ministro del Interior (uno de los pocos que permanecen desde el inicio en el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer). De luchar contra el crimen pasó a, no diré compadrear o favorecer, pero sí tomar medidas que podían resultar agradables a los delincuentes.

La lista es casi interminable: acercamiento de asesinos terroristas a las cárceles de Vascongadas, comunidad a la que se habían transferido las competencias en materia penitenciaria, lo que equivalía a la práctica puesta en libertad de los mismos; no persecución de los homenajes a los terroristas cuando salen de la cárcel; participación en actos en los que se realizan actos que, de funcionar a la inversa, serían calificados como delitos de odio (en los actos del orgullo NoCHe llaman de todo menos bonito a quienes son de derechas, además de hacer mofa, befa y escarnio de la Iglesia católica); participar, como órgano colegiado que es el consejo de ministros, en la deposición de una norma que favorece a violadores y maltratadores… ¿sigo?

Por eso, cuando uno lee que la falta de previsión de Interior deja en la calle a diez policías enviados a Mallorca para dar seguridad a la Casa Real, le surge la eterna duda: ¿lo ha hecho por maldad, o porque es así de inútil?

Menos mal que el pueblo español, con frecuencia mejor que sus gobernantes -sobre todo, cuando éstos son de izquierdas-, puso solución y proporcionó alojamiento a los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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