jueves, 17 de julio de 2025

Pío pío, que yo no he sido

El desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, sección de la mano y el capullo, es la quintaesencia de lo que ha sido el socialismo patrio desde hace siglo y medio. Es decir, desde sus inicios.

Maleducado. Faltón. Embustero. Sectario. Capaz de negar a su madre, o de venderla si fuera menester, con tal de seguir detentando unas migajas de poder. Miserable. Ladrón. Enemigo de España. Lo mejor de cada casa, vamos.

Y dentro de semejante acopio de joyitas está Óscar López, el último que el psicópata de la Moncloa ha enviado a Madrid para que le sirva de muñeco de pim-pam-pum a la obsesión personal del yerno de Sabiniano.

Si se dice que los socialistas no con capaces de discurrir porque las ideas no se transmiten en el vacío, en el caso de López es más complicado aún: dado el perímetro craneal del individuo, el volumen que hay entre sus orejas resulta casi inconmensurable y las sinapsis, literalmente, se pierden.

Así las cosas, no es extraño que primero difunda bulos y luego diga que le gusta la verdad aunque a veces sea difícil defenderla. Tanto debe serlo que él es incapaz de tal hazaña, puesto que a renglón seguido se lanzó a repetir la mentira al tiempo que decía que él no repetía mentiras. Acorralado por el entrevistador, acabó pidiendo la supresión de las responsabilidades in vigilando e in eligiendo.

Naturalmente, para ellos; para los demás seguiría vigente.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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