Una cosa es cuidar la naturaleza porque es parte de nuestro entorno -por propio y puro egoísmo, podríamos decir- y otra muy distinta es colocar a sus miembros en pie de igualdad con los seres humanos (en algunos casos se encontrarían muy por encima).
Sin embargo, hay quienes no sólo propugnan sandeces, sino que consiguen que las mismas sean elevadas a textos con validez legal y, por lo tanto, de obligatorio cumplimiento. Es el caso de la ley animatonta, promovida por Juanita Petarda, que ha hecho que España acepte a su primera vaca como animal de compañía. Lo cual me parece un desdoro para Cristina Almeida o para María Antonia Iglesias, que nos hicieron compañía mucho tiempo ha.
Ay, si el dueño del Scatergories levantara la cabeza...
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