Cuando,
a mitad del mes pasado, salió la noticia de las películas preseleccionadas por la academia española de cinematografía para de, entre la terna, elegir la
candidata a ser nominada a los premios de la Academia (esta sí con mayúsculas,
que es una cosa seria, no como la covacha de amigotes que es en general la
española) estadounidense, decidí colocar estratégicamente la entrada la víspera
de dicha elección. Y en el momento de ponerme a escribirla, decidí que sería
más lógico publicarla el mismo día en que se daría a conocer la decisión (como
cambien de opinión a última hora, me hunden), en un ejercicio de prueba de mis
poderes adivinatorios.
De
las tres películas me suenan dos, que son 1898,
los últimos de Filipinas y Abracadabra;
y la otra, Verano de 1993, no me
suena nada de nada. Lógicamente, no he visto ninguna de las tres, ni tengo
tampoco la más mínima intención de hacerlo.
Si
de mí dependiera la elección eligiría Abracadabra,
que parece ser una comedia con un cierto desparrame, aunque bien hecha y con
actores solventes (los actores españoles, cuando son buenos, lo son de verdad;
otra cosa es que haya mucho soplagaitas en esa profesión). Pero, conociendo a la panda de rojeras que campa e
impera en el mundillo cinematográfico español, apostaría pincho de tortilla y
caña (que diría Luis Herrero) a que la elegida es ese bodrio sin rigor
histórico que ya fue narrado en un tono más épico a mitad del siglo pasado.
En
fin, en unas horas saldremos de dudas. De lo que no tengo ninguna es que,
cuando anuncien los nominados, la película española, sea la que sea, se quedará
fuera, allí donde es el llanto y el rechinar de dientes…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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