La
estulticia de la corrección política está alcanzando unos niveles que uno no
hubiera creído posibles. Pero, como dijo Albert Einstein, sólo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana, y de
lo primero no estoy completamente seguro.
Hará
cosa de un mes se produjeron disturbios en Estados Unidos con un cierto
componente racial. Digo lo de componente
porque los medios de comunicación extrajeron esa derivada, pero no sé si el
problema de la raza se encontraba en la raíz de los disturbios o no. Podría ser
que sí, pero también podría ser que no, porque los medios de comunicación progres, que suelen ser mayoría, ven una
serie de implicaciones (de raza, de sexo –que no de género, gaznápiros-, de
clase…) vengan o no vengan a cuento.
De
resultas de dichos disturbios se produjo una reacción en esa turbamulta
biempensante que les llevó a reacciones como retirar estatuas del general
Robert E. Lee (prohibir la bandera de la Confederación ya se hizo hace años…
pero a nadie se le ocurre prohibir las banderas de la hoz y el martillo,
símbolo bajo el cual se han perpetrado más crímenes y atrocidades que bajo la
sureña), o sustituir al locutor de un partido de fútbol americano por llamarse
como el general confederado.
General
que, dicho sea de paso, no era partidario de la secesión ni, probablemente de
la esclavitud, pero que luchó en el ejército rebelde por lealtad a su estado, Virginia. Lealtad que ya ojalá
tuvieran muchos (no a Virginia, sino a sus respectivos Estados) en siquiera una
mínima proporción de la que tuvo el militar estadounidense.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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