El
estado mental de los golpistas catalanes daría base, estoy seguro, para la
elaboración de varias tesis doctorales en psicología o psiquiatría. Emulando a
los socialistas, son perfectamente capaces de sostener una cosa y la contraria
sin que se les mueva una ceja.
Mientras
por un lado el presidente del consejo de gobierno de la comunidad autónoma
catalana, Cocomocho de mote, no está dispuesto a acatar una posible inhabilitación del Tribunal Constitucional, por
otro su vicepresidente, el estrábico con sobrepeso, considera que tanto el Constitucional
como el Tribunal Supremo son instancias válidas para pleitear con el Gobierno
por la fiscalización de los gastos autonómicos a tan sólo nueve semanas de la
celebración del referéndum de autodeterminación.
Es
decir, que cuando España o sus instituciones actúan conforme a los propósitos
de esa gentuza (que, dependiendo del día, serán unos u otros), se les escucha,
se les atiende e incluso se les obedece. Si, en cambio, llevan la contraria a
los golpistas, se pasa de ellos (al tiempo que se les llama fascistas).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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