Los
socialistas españoles suelen tender a considerarse como el culmen y el epítome
de la democracia y el progresismo. Por ejemplo, se les llena la boca con lo
feministas que son (todas… y todos, recordemos a Rodríguez diciendo que era rojo y feminista), pero omiten
cuidadosamente el hecho de que en la segunda república, al plantearse el tema
del sufragio (activo) femenino, fuera la izquierda la que con más fuerza se
opuso a semejante posibilidad porque, decían, las mujeres estaban muy
influenciadas por sus maridos y, sobre todo, por los curas (lagarto, lagarto),
por lo que indefectiblemente votarían a la derecha.
Los
socialistas suelen alardear de su respeto a la libertad de opinión, a la
tolerancia con otras posturas y posiciones. Sin embargo, semejante alarde se
queda en nada cuando uno lee que Ferraz ha llamado al orden a las federaciones
regionales en el tema de la plurinacionalidad de España: opinen lo que opinen,
es de obligado cumplimiento.
Yo
también soy muy tolerante con las ideas de los socialistas. Pueden pensar lo
que quieran… siempre y cuando no pretendan llevarlo a la práctica, claro está.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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