El partido de la mano y el capullo ha sido, desde su estreno parlamentario hasta nuestros días, una máquina de alcanzar y detentar el poder. Ya lo dijo su fundador, Paulino Iglesias, alias Senior, en su primera alocución parlamentaria: si tenían que saltarse a la torera el ordenamiento jurídico para alcanzar sus objetivos, se los saltarían.
De ahí, todo fue un no parar: abogar por la
revolución, por la guerra civil, por acabar con la democracia, por matar a
Montesquieu, por apoyar el terrorismo (el de verdad y el de Estado, a
conveniencia), el tapar la mayor masacre (fuera de tiempo de guerra) de la historia
de España, el bajarse los pantalones ante los enemigos internos y externos de
la patria…
Sólo alguien con tanta ausencia de escrúpulos
como el psicópata de la Moncloa que preside el desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer podría superar el listón puesto por sus
predecesores liberticidas. Y lo ha hecho, al decir que van a gobernar con o sin apoyo del poder legislativo.
Con dos cojones.
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