Cuando estaba en la cúspide del candelabro, el rojo maricón (el propio maricón rojo dixit) hacía lo que le venía en gana.
Pero la gente acabó cansándose de él, de su
programa y de su manera de hacer las cosas. Ya nadie con dos dedos de frente le
hace ni refitolero caso, y sus sucesivos proyectos son más bien fundidos
a negro.
Ahora, ese sujeto del que no daré su nombre
ha llevado a su cadena a mínimos de audiencia, arrastrando incluso a un formato
tan consolidado como en de Ana Rosa Quintana.
Pudre todo lo que se le acerca.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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