jueves, 12 de septiembre de 2024

Divide et impera

Durante el último medio siglo, la táctica de la izquierda -léase: el partido de la mano y el capullo- para con la derecha ha sido, además de demonizarla y tildarla de franquista, incentivar las divisiones en su seno.

Ya en segundo de carrera conseguí una matrícula en Derecho Constitucional con un escrito que se resumía -no es que la idea fuera original, la llevaba tiempo leyendo en la prensa, y eso que entonces no me interesaba tanto la política como ahora- en que la derecha jamás podría ganar unas elecciones mientras no se presentara unida a las mismas.

A la viceversa, a la derecha le (nos) interesa que la izquierda esté, cuanto más dividida, mejor. Ya fue bueno que surgieran los neocom para robarle votos a los suciolistos por la izquierda (y el partido pomelo por la derecha, aunque éstos también se los quitaban a los populares por la izquierda de éstos), y luego neoneocom y cocuquistas cuando al Chepas y a su señora se les vio demasiado el plumero.

Por eso, que la elección de la candidata que finalmente ha obtenido la presidencia del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial -las dos presidencias van de la mano, aunque no estoy seguro de cuál lleva a cuál: probablemente, la del órgano judicial a la del gubernativo- haya provocado -y destapado- una guerra en la llamada izquierda judicial es una buenísima noticia.

Si están ocupados en despellejarse entre ellos, quizá dejen a los demás juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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