Un socialista no es sólo alguien capaz de sostener una cosa y la contraria. Es alguien que, además, predica una cosa mientras hace su opuesta, al tiempo que acusa a los contrarios de hacer eso mismo que ellos están perpetrando.
Es decir, los casos de corrupción han
florecido a su alrededor (casualidad, fango, insidias), desde quien comparte
(presuntamente) su colchón (insidias, casualidad, fango) hasta su propio
hermano (casualidad, insidias, fango), pasando por quien fuera su mano derecha
en el partido (insidias, fango, casualidad) y la mano de éste (bueno lo de Koldo
a lo mejor admiten que es cierto, y todo).
Pero el psicópata de la Moncloa es capaz, sin
que se le mueva un solo músculo de la cara (de tensos que tiene los maseteros),
de anunciar una nueva etapa autonómica y de erigirse en símbolo
anti corrupción pese a su cónyuge y su antiguo mamporrero en el partido.
Bueno, lo de nueva etapa autonómica es cierto: todo para Cataluña, así, sin disimulos ni florituras.
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