Abocados al precipicio de un proceso penal, caben dos actitudes: o se redobla la apuesta y se avanza, o se recula.
Los primeros se considerarán a sí mismos
valientes y osados, y verán a los segundos como cobardes y timoratos. Éstos, en
cambio, pensarán de sí mismos que son prudentes, mientras que verán a aquéllos
como temerarios.
En el caso de la pareja del psicópata de la
Moncloa que preside el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer, todo ese entorno ha decidido tirar por la calle de en medio, pensando
probablemente aquello de que la mejor defensa es un buen ataque, y a ello se
aplican con todas sus ganas.
El resto de las partes, en cambio, no están
tan decididos, y van confesando cosas aquí y allá, confesiones que van
levantando un muro con el que cercar a los habitantes de este nuevo puerto de
Arrebatacapas. Porque, cuando se ha confirmado que la Universidad Complutense firmó
la cátedra de la catedrática sin papeles omitiendo su falta de titulación, ¿qué
hará la institución educativa? ¿Negará la mayor o, por el contrario, cantará como un canario?
Sólo el tiempo lo dirá.
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