El psicópata de la Moncloa ha tenido tantos cambios de opinión que era cuestión de tiempo que acabara contradizcándose… y provocando repercusiones con sus embustes entre los de su propio bando (o su propia banda, hablando más correctamente).
Cuando llegó al poder, Sin Vocales iba
de guay con el tema de la inmigración (vamos a llamarla así) irregular y de los
refugiados. Así, decidió acoger al barco de rescate Aquarius, con más de
seiscientas personas a bordo, aludiendo a razones de humanitarismo y urgencia,
así como a que estaba en juego la misma esencia de la Unión Europea.
Cuatro años después, el asalto a la valla de
Melilla por parte de dos millares de personas (llamarles inmigrantes
resulta obscenamente inexacto, lo que son es invasores) se saldó con la muerte
de docenas de ellos muertos (por la policía marroquí, a la que felicitó por su buen
hacer en la contención del asalto)… y medio centenar de guardias
civiles heridos.
Este pasado mes de Agosto lo ha dedicado,
además de a descansar, a montarse un viajecito por África, en el que tan pronto habla de traer a un cuarto de millón de inmigrantes (musulmanes y, por
tanto, potencialmente machistas e intolerantes) como defiende la expulsión de los inmigrantes ilegales.
Esto hizo que los neocom y los cocuquistas le criticaran por proponer deportaciones masivas y comprar el discurso de la derecha (a lo mejor es que la derecha propone soluciones operativas y la izquierda sólo demagogia, pero qué sabré yo). Que lo hagan los de Juanita Petarda es lógico, porque su irrelevancia parlamentaria les ha abocado a ser oposición para marcar postura, pero la tucán de Fene es parte del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
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