Los sucesivos engendros legislativos en materia de educación que han excretado los sucesivos gobiernos del partido de la mano y el capullo habrán creado, quizá, generaciones cada vez menos traumatizadas y más felices, pero indudablemente más estúpidas, y perdón por la crudeza del término.
Probablemente sea porque los docentes, por
imperativo cronológico, se han formado mayoritariamente con normas educativas progresistas.
Es decir, que tenemos a burros enseñando a pollinos siguiendo las directrices
elaboradas por asnos.
Con la normativa vigente, que lleva el apodo de
la actual embajadora ante la Santa Sede, no se han frenado, a pesar de haber
levantado la mano hasta niveles que incluso a Mondo Duplantis le costaría
superar. De hecho, España triplica la media de la OCDE en la educación secundaria.
Pero seguro que la izquierda le echa la culpa a Franco, a los Reyes Católicos o al calentamiento global.
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