Hay un modo bastante sencillo de saber si un mecanismo, una persona, una organización, lo que sea, es prescindible o necesario. Ese modo consiste en eliminar al elemento en cuestión: si no pasa nada, es que sobraba.
Tomemos el caso de la Diputación Provincial de
Badajoz, donde el hermano del psicópata de la Moncloa (sí, ese mismo psicópata
que preside el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer)
prestaba, en teoría, sus servicios.
Pero si no aparecía por allí ni por
equivocación, e incluso residía (al parecer) fuera de la localidad (y de la
provincia, y de la comunidad autónoma, y hasta del país), y ahora un informe de
la propia Diputación admite que la labor del coordinación del teledirector
fue residual, podemos concluir que el puesto se creó para pintar la
mona.
Un director de orquesta que además es un pintamonas. Casi un polímata.
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