viernes, 20 de septiembre de 2024

Lo mejor es enemigo de lo posible

El problema de plantearse unos objetivos demasiado ambiciosos es que lo más probable es que no se alcancen. Más aún, es hasta posible que la realidad demuestre que esos objetivos eran ilusorios.

Este es el caso de los automóviles eléctricos. Durante mucho tiempo se dijo que si la tecnología no avanzaba era por las presiones de los países productores de petróleo, a los que no interesaría el desarrollo de este sistema de propulsión por la repercusión negativa que tendría en sus abultadas carteras.

Pero ahora parece que la tecnología ya es viable. Sin embargo, las ventas no avanzan tanto como a los burócratas les gustaría. En parte, porque los coches eléctricos, hasta donde se me alcanza, son más caros. Además, su autonomía es todavía bastante inferior a la de los de toda la vida, lo que unido a la insuficiente red de estaciones de repostaje (llamarlas electrolineras me parece una chorrada, porque ¿qué demonios es una linera?) hace que un vehículo eléctrico puro sólo tenga sentido en un entorno urbano.

Así las cosas, que una empresa como Volvo -que, no lo olvidemos, está en estas cosas para ganar dinero- haya abandonado su objetivo de vender exclusivamente coches eléctricos sólo indica una cosa: que el asunto está todavía muy verde.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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